martes, enero 30, 2007

Rocky Balboa



Antes de nada, he de reconocer mis limitaciones para poder abarcar esta crítica, ya que no he visto ninguna de las 5 entregas anteriores. Por tanto, partiendo de este simple detalle ya se abre la veda. Aún así, el jefe me ha amenazado con un bombardeo con manguitos, así que habrá que 'criticar'.

Tampoco voy a mentir diciendo que esperaba mucho de esta película. Creo que supera la barrera de la subjetividad el hecho de que Stallone no es una gran actor y, muy presumiblemente, difícilmente se lo imagina uno como guionista y director. Pero por suerte me equivoco muy a menudo y me he encontrado con una grata sorpresa en Rocky Balboa. No es una película que destaque por su argumento o dirección, ni Stallone se ha percatado de que se puede mover la comisura de los labios, pero la sensación es que se ha hecho una película honesta y sentida. Rocky permite a Stallone vertir en la gran pantalla algunas de las reflexiones propias de un hombre que pasó su mejor momento -que es a grandes rasgos el argumento de la cinta-. Así que técnicamente no es más que otra película como cualquier otra, pero da algo en lo que pensar (quién se hubiera imaginado que se pudiese decir eso de Stallone).

Eso sí, no se puede obviar el hecho de que la película parte de un premisa algo absurda. Rocky decide volver al ring tras ver una recreación hecha por ordenador de un combate entre él y el actual campeón de los pesos pesados. Y alrededor de esta recreación se forma un movimiento de masas en favor de Rocky, ya que él puede devolver la dignidad al boxeo (la pierde porque el campeón es demasiado bueno... sí, vaya ¿huh?). Veas que poca faena tienen los americanos...

Si nos metemos en un berenjenal más técnico, se podría decir que es una película bastante irregular. Algunas escenas usan efectos como la cámara al hombro sin justificación alguna, con lo que solo consigue encabronar. Por otro lado, la pelea final asume un modelo llamémoslo 'showtime', así que dará la sensación de estar viendo la televisión más que una película. A la postre queda una película con algunos diálogos y escenas interesantes, aunque se ven tapados por otras escenas y diálogos reiterativos, demasiado tópicos y sin intensidad. Ojo con la aparición estelar de Mike Tyson.

Por otro lado, existe una desproporción en el desarrollo de personajes. Se ha incluido un reparto demasiado extenso para las posibilidades del film, por lo que al final se queda en un quiero y no puedo explicar varias historias paralelas a Mr. Balboa. De todos modos, este punto es algo bastante comprensible en una película que recibe el nombre de su protagonista. Poco se puede decir, por tanto, del resto de actores que bailan alrededor de Sly.

Así que no tengo más remedio que calificar de interesante esta apuesta personal de Stallone por recuperar un poco de su brillo de estrella. Solo habrá que ver si la honestidad mostrada por Sly en Rocky Balboa se mantendrá en proyectos venideros y no se traducirá en un desfile de lucecitas, sangre y "no me siento las piernas" en Rambo IV. De momento se ha ganado mi voto de confianza, que no vale para nada, pero si lo veo igual le invito a un chupito.
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Rocky Balboa. Estados Unidos. 2006. 102'.
Director: Sylvester Stallone.
Guión: Sylvester Stallone.
Fotografía: Clark Mathis.
Montaje: Sean Albertson.
Música: Bill Conti.
Vestuario: Gretchen Patch.
Diseño de producción: Franco-Giacomo Carbone.
Producción: Charles Winkler, William Chartoff, David Winkler y Kevin King.
Intérpretes: Sylvester Stallone (Rocky Balboa), Burt Young (Paulie), Geraldine Hughes (Marie), Milo Ventimiglia (Rocky Balboa Jr.), Antonio Tarver (Mason 'The Line' Dixon), James Francis Kelly III (Steps), Tony Birton (Duke).
Puntuación: 5'5
El ojo del tigre ahora busca links...
http://www.labutaca.net/films/49/rockybalboa.htm (sobre la película)
http://www.alohacriticon.com/elcriticon/article3277.html?topic=4 (crítica de la película)
http://www.alohacriticon.com/elcriticon/article1592.html (sobre Sylvester Stallone)

sábado, enero 27, 2007

Cine a discreción

Una cosa está clara... Cine a discreción no va acompañado de crítica a discreción. La salud me recomienda que no vomite aquí todos los minutos de cine visionados en los últimos meses: veo cine sin querer, por inercia y por televisión, preestrenos de los que uno no sabe bien que esperar y proyecciones de ciclos en el MuVIM... el hambre de cine no se detiene y creo que pronto enfermaré de bulimia cinéfila. El caso es que este post venía porque, con tanto cine, uno se deja en el camino unas cuantas películas de las que hubiera dado buena cuenta en su día y no fue así. Llámese desgana, llámese olvido. Reviso la lista y no son pocas las que merecen su inclusión, no pocas las joyas descubiertas ni los clásicos pendientes, no pocas las revisitadas y tampoco faltan las capaces de extraer lo peor de mí tras un cabreo soberano a la salida del cine. Pero claro, hay que compensar...



Es lo que pasa cuando te encuentras una película que es un auténtico ladrillo. En inglés, Brick. No recuerdo un título tan explícito de lo que iba a encontrarme después. Ah, sí... Stoned. Pero equiparando las dos películas en dosis de aburrimiento, la de Rian Johnson tiene más delito por su demostrada capacidad para tirar por la borda una idea de inicio original: cine negro en un instituto. Johnson juega a ser Dashiell Hammett y a cambiar a Marlowe por un sagaz empollón, dando como resultado casi dos horas de enrevesadísima e increíble trama con enrevesadísimos e increíbles personajes que acaban dando con sus huesos en el ridículo absoluto evocando a Tolkien ante el mar. Ver para creer. La intención era buena, algo muy diferente a lo que acaba siendo la película. Hay que ver lo que da de sí un disfraz de joven cine independiente, Sundance y los cuatro duros de presupuesto. Menos mal que no todo el monte es ladrillo y que aún queda mucho cine negro del bueno por descubrir en la estantería de tu habitación. Si además lo sitúas en el amanecer de la Nouvelle Vague y dejas que la trompeta de Miles Davis haga de la banda sonora una auténtica delicatessen, Ascensor para el cadalso ya se convierte en algo más que una curiosa incursión en el género de Louis Malle, el eterno indeciso de la generación.

Luego está Bresson. Francés y contemporáneo de Malle, claro. Pero mucho menos exquisito, donde va a parar. Pickpocket demuestra auténtica pasión contenida y una manera de hacer cine única e inimitable. Sobriedad es la palabra que mejor define a Bresson, pero mucho lo que esconde tras de ella: odio y rechazo hacia cualquier tipo de espectáculo, artificio o incluso la actuación. Actores no profesionales para un experimento del más puro realismo cinematográfico que filma asépticamente cada detalle de la realidad. Una realidad tan fría y distante en la que Bresson aún sabe impresionar (aunque sea sin querer) con las escenas en las que el pickpocket (carterista) Michel (Martin LaSalle), con la ayuda de sus compinches, deja sin cartera a medio metro de París. Genuina cosecha del 59.



Pero si hablamos de impresionar, lo mejor será referirse a Eisenstein y a Lang (Fritz, no Jessica), o a El acorazado Potemkin y Metrópolis, respectivamente. Sólo dos genios como el ruso y el alemán podrían conseguir con dos películas de la década de los 20 impresionarme hasta el punto de insuflarme la suficiente emoción y espíritu comunista para desear haber formado parte de la Revolución Rusa, o de ser por un día Freder Fredersen y liberar al pueblo oprimido por mi padre, dueño de Metrópolis. Si bien el término obra maestra está sobreutilizado y, a veces deja de tener sentido en esto del cine, pocas dudas quedan de que ambas películas lo son. Escenas como la de la escalera de Odessa o el hundimiento de Metrópolis son auténticos prodigios técnicos y cinematográficos que sacarían los colores a más de un director de nuestro tiempo.

Justo al final de un breve Asalto y Robo de un tren (10 surrealistas minutos a las 3 de la mañana en la soledad de mi habitación) que me rememoró mis viejos apuntes de Company, ese pistolero disparando a la cámara que daba nacimiento al western, me hizo recordar el final crepuscular del mismo, Grupo Salvaje, y en consecuencia, el cine de Peckinpah. Decidí volver a ver Perros de Paja y acabé con la inquietante sensación de que cada película de aquel monstruo conseguía impresionarme más que la anterior. Y aquí podría hablar del brutal erotismo de Susan George o de esas dos escenas que le dejan a uno temblando y en estado de conmoción: la violación y la matanza. Podría hablar de todo eso y más, de todo el Peckinpah que hay en Perros de Paja, que es mucho y del que no puedes olvidar, pero seguramente aburriría antes de empezar y perdería la ocasión de mencionar a otros de la lista como Woody Allen o Spike Lee. Del primero, Acordes y Desacuerdos me dejó un agradable sabor de jazz y encandilado con Emmet Ray (o sea, con Sean Penn) y Samantha Morton. La de Allen es una de esas películas que te dibujan una sonrisa cuando las recuerdas y te das cuenta de que al alcance de muy pocos queda el talento y la experiencia para realizar un biopic tan ficticio como brillante. Aunque claro, uno tampoco puede dejar de alabar las primeras obras de autores igualmente brillantes y cargados de rebeldía y protesta. Haz lo que debas es el ejemplo perfecto del cine de Spike Lee: independiente, incómodo en su retrato de una sociedad inmersa en la violencia racial, alegato brillante contra el racismo y una bella historia en un suburbio de Nueva York.



Y hablando de primeras obras, Malas Tierras pasa por ser uno de los debuts más soberbios que un servidor haya visto. Terrence Malick hizo de Martin Sheen su particular rebelde sin causa, el James Dean con el que todos le comparan en la película. Un tipo poco hablador y sin un lugar en el mundo que se lanza con su enamorada adolescente Sissy Spaceck a cruzar la América profunda sembrando un reguero de asesinatos. Bonnie & Clyde hubieran estado orgullosos de Kit y Holly, adolescentes que no quieren madurar en busca de un sueño de rebeldía y armonía vital con la naturaleza. Algo parecido a lo que (agárrate fuerte) Apichatpong Weerasethakul intentaba con Tropical Malady. Intentaba, digo... El riesgo que asumes cuando vas a ver una película de cine tailandés vanguardista en la Filmoteca es considerable, y puedes encontrarte que el acontecimiento más destacable es ver como el respetable va abandonando la sala o cómo el espíritu de una vaca echa a andar por la jungla tailandesa.

Seguramente para desintoxicarte de tal despropósito lo mejor es que cedas una tarde de nochebuena a ver esa película que viene repitiéndose en susodicha fecha desde que tienes uso de razón, llámese Sonrisas y lágrimas o llámese Siete novias para siete hermanos, que es el caso. Igual descubres que, dejando de lado la más que discutible ideología escondida tras sus coloridas y alegres imágenes, puedes encontrar las mejores coreografías de la época dorada del musical en Hollywood y acordarte de cómo Stanley Donen se marcaba un claqué mientras recibía aquel óscar honorífico. Pero si lo que buscas es música mayúscula, de esa que te cala y hace vibrar el corazón, entonces Buena Vista Social Club es la mejor opción. A ese selecto club se apuntaron unas cuantas leyendas de la música cubana y Wim Wenders los reunió con Ry Cooder en la isla para conformar una liga de músicos extraordinarios y filmar un documental que en su reunión de mitos constituye ya un mito de por sí. La sensibilidad y el cariño de las voces añejas de Compay Segundo, Elíades Ochoa o Ibrahim Ferrer narrando la historia de su vida y su música mientras se suceden los parajes de La Habana hace que Buena Vista Social Club alcance momentos impagables y que uno sueñe (otra vez) con largos paseos por el malecón de la capital cubana.



Y sin embargo, es con Theo Angelopoulos con quien uno casi alcanza el cielo. La mirada de Ulises puede resultar de inicio un pesado ejercicio de visionado para una asignatura de Unión Europea, pero tomada con iniciativa propia e imposición fuera, ver a Harvey Keitel recorrer los Balcanes en guerra en busca de los inicios del cine, no deja de ser un acto de amor de Angelopoulos al mismo con una película dura como pocas. El genocidio y la brutalidad de la guerra frente a la odisea de un hombre en busca de tres rollos de película donde unas hilanderas trabajan afanosamente. Fascinación y dolor a partes iguales. Y el dolor gana y te deja hecho polvo en la última escena, tanto como al mismo Keitel (o Ulises). Menos mal que luego siempre encuentras un hueco (de tres horas) para evadirte, con todo el rutilante estrellato posible en 1962, cuando a John Sturges se le ocurrió diseñar la más espectacular fuga vista en la historia del cine y le salió bien, muy bien. La gran evasión es un manual de cómo entretener al espectador sin tomarle por pardillo y hacerlo a medio camino de géneros diversos y grandes actores. Y una gratificante vía de escape. Algo que, en no pocas ocasiones, es bastante de agradecer...

miércoles, enero 24, 2007

"¡Caballeros, aquí no se pueden pelear! ¡ Están en la Sala de Guerra!"




Hace dos momentos hablaba yo de ¿Telefono Rojo? Volamos hacia Moscú, del monólogo de Peter Sellers haciendo del presidente Merkin Muffley y de la única y casi perfecta comedia que Stanley Kubrick registró en su inmortal filmografía. Poco tiempo después, volví a tropezar con la película de la manera más insospechada. Una tarde de diciembre me encontraba paseando por el Museo Alemán de Frankfurt (Deustches Filmmuseum) cuando, después de haber recorrido todo el edificio, hice una última parada en la tienda de souvenirs. En uno de esos vistosos mostradores de postales que puedes hacer girar, encontré no pocas imágenes familiares, iconos del cine y algún que otro mito del cine alemán. Uno de los lados de ese mostrador estaba exclusivamente dedicado a Kubrick, y allí estaba Malcolm McDowell y su siniestra sonrisa, Jack Nicholson a hachazo limpio o el astronauta de 2001: una odisea del espacio. Sin embargo, la postal que me llamó la atención fue esta. La imagen nos sitúa en la sala de guerra donde transcurre la mayor parte de ¿Teléfono Rojo?... (y uno de los tres únicos escenarios), en la que Stanley Kubrick, a la izquierda, y George C. Scott (Gen 'Buck' Turgidson) a la derecha, disputan concentrados una partida de ajedrez durante un descanso del rodaje. La imagen me fascinó por interesante y por atípica como icono de marketing (el número de postales por vender superaba generosamente a sus competidoras de mostrador), lejos de la habitual imagen del general Kong cabalgando sobre el misil nuclear. Tras rendirme a la tentación, pagué 90 céntimos y me llevé la postal a casa, convencido de reservarle un espacio aquí.

lunes, enero 22, 2007

Momentos de cine (VI): El club de la lucha



La primera regla del Club de la lucha es: Nadie habla sobre el Club de la lucha.

La Segunda regla del Club de la lucha es: NADIE habla sobre el Club de la lucha.

La tercera regla es: La pelea termina cuando uno de los contendientes grita "alto", pierde la vertical o hace una señal.


La cuarta: Solo dos personas por pelea.

La quinta: Solo una pelea a la vez.


Sexta: Sin camisa y sin zapatos.

Séptima: Cada pelea dura lo que tiene que durar.

Octava: Si esta es tu primera noche en El Club de la lucha... entonces TIENES que pelear.





Tyler Durden, El Club de la lucha (David Fincher, 1999)

viernes, enero 19, 2007

Banderas de nuestros padres


Muy ambicioso se planteaba a priori este proyecto. Tener a Clint Eastwood tras la cámara es un claro sinónimo de calidad. De igual manera, la producción de Spielberg, teniendo en cuenta la temática bélica de la cinta, podría hacer pensar que el espectador va a poder repantingarse en su butaca a contemplar un buen espectáculo visual. Sin embargo, esta suma de ambiciones se pierde de camino a ninguna parte para acabar conformando una cinta correcta, pero sin más pretensiones. Es decir, que la sensación final es de 'ni fu ni fa'.

Posiblemente el principal fallo de la película es que se quiere contar algo que en 10 minutos estaría listo para servir. Sin embargo, se enfrasca en una narración que no deja de dar saltos considerables en el tiempo, saltos que llegan a desconcertar bastante en la primera hora de metraje. Además, se recurre una y otra vez a escenas demasiado similares que no vienen a aportar nada nuevo a lo visto en los minutos anteriores. Esto se podría perdonar si al menos la película tuviera un claro mensaje de fondo, pero no es así. No es un alegato contra la guerra, aunque tampoco a favor de ella. El mensaje de que los héroes no existen sino que se crean se queda en una simple afirmación carente de una reflexión a su alrededor.

Tampoco se puede decir mucho del reparto. Se podría decir que los tres protagonistas de la cinta no brillan, pero cumplen. Sin embargo, el reparto se diluye en demasiados personajes que te dejan con la miel en la boca. Se muestran como relevantes en la trama, pero a la hora de la verdad necesitarás acudir a la sala con un bloc de notas para llevar el registro de cada uno de ellos. Y ojo, algunos de ellos en sus breves minutos de actuación, atraen más el interés del espectador que el plantel protagonista. En todo caso, sería justo destacar la actuación de Adam Beach, el único al que el guión le permite lucirse un pco ante la pantalla.

Por supuesto que Banderas de nuestros padres tiene sus virtudes. Es innegable su inherente valor histórico. Por otro lado recrea con acierto, pero sin profundidad, cómo eran los EE.UU. de la segunda Guerra Mundial. Sus puntos fuertes residen en su cuidado apartado técnico, como cabría esperar por otro lado dado que Spielberg metió la mano. La fotografía de algunas escenas resulta sobresaliente, así como su banda sonora.

Así pues, resulta complejo tener una idea clara sobre un film correcto, pero que difílmente es capaz de apasionar al espectador. Habrá que ver si esta experiencia ha servido para convertir a Cartas desde Iwo Jima en una película que no pase sin pena ni gloria ante los ojos. Banderas de nuestros padres es una película que gustará a los amantes de la historia, posiblemente no dé ganas de matar a nadie, pero difícilmente encandilará al público.
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Flags from our fathers. Estados Unidos. 2006. 132'.
Director: Clint Eastwood.
Guión: William Broyles Jr. y Paul Haggis, basado en el libro de James Bradley y Ron Powers.
Fotografía: Tom Stern.
Música: Clint Eastwood.
Montaje: Joel Cox.
Intérpretes: Ryan Phillippe (John 'Doc' Bradley), Jesse Bradford (Rene Gagnon), Adam Beach (Ira Hayes), Barry Pepper (Mike Strank), John Benjamin Hickey (Keyes Beech), John Slattery (Bud Gerber), Paul Walker (Hank Hansen), Jamie Bell (Ralph Ignatowski), Robert Patrick (coronel Chandler Johnson), Neal McDonough (capitán Severance) y Melanie Linskey (Pauline Harnois).
Puntuación: 5'5
Enlaces de nuestros padres...
http://www.labutaca.net/films/47/banderasdenuestrospadres.htm (sobre la película)
http://www.alohacriticon.com/elcriticon/article3267.html?topic=4 (crítica de la película)
http://www.elmundo.es/metropoli/2007/01/12/cine/1168556414.html (otra crítica de la película)
http://www.alohacriticon.com/elcriticon/article1368.html (sobre Clint Eastwood)
http://www.alohacriticon.com/elcriticon/article1565.html (sobre Ryan Phillippe)
http://www.alohacriticon.com/elcriticon/article2413.html (sobre Jesse Bradford)
http://www.elmundo.es/magazine/2006/370/1161963613.html (la historia que inspiró la película)


martes, enero 16, 2007

El truco final (The Prestige)




Christopher Nolan vuelve a demostrar con El truco final (El prestigio) sus excelentes dotes narrativas mostradas en su breve, pero laureada filmografía. Partiendo de la historia de una trágica rivalidad entre dos ambiciosos magos, Nolan consigue manejar al espectador convirtiendo su propia película en un truco de magia. Al igual que el personaje de Michael Caine advierte al inicio del metraje, convierte algo ordinario en extraordinario. El cuidado guión de El truco final esconde la inteligencia e intriga que cabe esperar de un buen thriller. Invita al espectador a anticiparse a los acontecimientos sabiendo guardarse sus sorpresas, al mismo tiempo que los saltos en el tiempo en la narración consiguen mantener la tensión del espectador en sus momentos clave. Sin embargo, el desarrollo de la trama principal y el especial cuidado que se le presta perjudica al desarrollo, por ejemplo, de las vidas personales de sus protagonistas. Nolan casi se limitan a recuperar varias veces durante el film los aspectos más definitorios de sus personajes sin que se dé pie a una evolución de éstos. En especial es llamativo que el hecho que da inicio a la letal rivalidad de los magos Borden y Angier, vaya diluyéndose durante el film hasta quedar casi en anécdota.

Además del buen trabajo de Nolan encontramos las correctas actuaciones del consolidado reparto. Hugh Jackman sigue crece como actor lejos de criaturas extraordinarias. Su rival en el film, Christian Bale, repite a las órdenes de Nolan tras Batman Begins y confirma que es una apuesta segura para cualquier director dando solidez al personaje más complejo del film. También repite Michael Caine como secundario, tras Batman Begins, y revalida su condición como uno de los secundarios más codiciados de Hollywood. Por su parte, la actriz de moda, Scarlett Johansson, pasa algo más desapercibida y no acaba de encajar en la trama. Puntuación: 8
Silver Sack





Aún queda en la memoria (curiosa paradoja) el brillante debut de Christopher Nolan: Memento ya presentaba el estilo visual arrollador y característico de su autor. Aún queda en la memoria, también, su más reciente descalabro de nombre Batman Begins, donde dicho estilo y forma no impedían el vacío de contenido de la fallida precuela del superhéroe. Ahora Nolan se saca un as de la manga y presenta The prestige (El prestigio), donde dos magos de finales del XIX se hacen la vida imposible con tal de demostrar su genio como el más grande de la época. Desde el principio la película de Nolan se muestra como un derroche de fuerza y energía, intensidad adherida a cada uno de sus fotogramas y miembros de su reparto, todos ellos solventes.
A partir de esta premisa, The Prestige es una fábula embelesadora que nos introduce en el mundo del ilusionismo con una trama auténtica cautivadora en su primer tramo y que nos convence de que de nuevo nos encontramos ante el mejor Nolan.

Sin embargo, la película desemboca en otros derroteros y decide cruzar la barrera de lo científicamente imposible para dar la vuelta de tuerca a su argumento, a su ilusión extendida desde el minuto uno. El espectador acepta desconfiado este precepto y avanza hacia el desenlace con escenas cada vez más efectistas y que esconden un acusado trasfondo de cartón-piedra. Cuando llega la conclusión, esa falsedad se torna insostenible y se da de bruces con un final cercano a la tomadura de pelo. La escena en cuestión dejará estupefactos y contentos a unos: ellos aceptan el truco y el trato. Otros se verán obligados a revisar el argumento y descubrir serias incoherencias. Trampas que, por supuesto, quedarán oportunamente justificadas bajo el discurso de la magia y la ilusión y de si “¿el cine no era eso?”.
Puntuación: 5
Jordi

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The Prestige. Estados Unidos y Reino Unido. 2006. 128'.
Director: Christopher Nolan.
Guión: Christopher y Jonathan Nolan; basado en la novela The Prestige de Christopher Priest.
Música: David Julyan.
Fotografía: Wally Pfister.
Montaje: Lee Smith.
Diseño de producción: Nathan Crowley.
Vestuario: Joan Bergin.
Producción: Aaron Ryder, Emma Thomas y Christopher Nolan.
Intérpretes: Hugh Jackman (Robert Angier), Christian Bale (Alfred Borden), Michael Caine (Cutter), Scarlett Johansson (Olivia Wenscombe), Rebecca Hall (Sarah Borden), Andy Serkis (Alley), Piper Perabo (Julia McCullough), David Bowie (Nikola Tesla), Samantha Mahurin (Jess).
Abracadabra...
http://www.labutaca.net/films/47/theprestige.htm (sobre la peli)
http://wwws.warnerbros.es/theprestige/ (web oficial España)
http://www.prestige-movie.com/ (web oficial EEUU)
http://www.christophernolan.net/ (página web de Christopher Nolan)
http://www.alohacriticon.com/elcriticon/article1425.html (sobre Hugh Jackman)
http://www.alohacriticon.com/elcriticon/article1363.html (sobre Christian Bale)
http://www.alohacriticon.com/elcriticon/article1518.html (sobre Michael Caine)
http://www.alohacriticon.com/elcriticon/article1748.html (sobre Scarlett Johansson)

domingo, enero 14, 2007

Abril



Hay tipos especiales, con estrella. Tipos no necesariamente mediáticos, que no necesitan la popularidad de los astros de medio pelo y que, fachadas fuera, triunfan por lo que son. Son unos pocos, un puñado de esta peculiar especie de tipo cuya mejor arma es la autenticidad combinada con un estado permanente de neurosis, desorden, histeria e sensibilidad... tipos desbordados que se hacen llamar Woody Allen... o Nanni Moretti.

Luego van a los demás y se lo cuentan, sin nada especial que contar más que lo que ha ocurrido hoy en su casa o cómo son en su trabajo, cómo hablan con el vecino o las películas que les gusta ver. Y a la gente le gusta. Le gusta porque tienen un don para contar, porque son como una deliciosa excepción que nos hace creer fervientemente que, muchas veces, no hay mejor historia que la nuestra propia. En Abril Nanni se interpreta a sí mismo y lo hace muy bien, poniendo en escena momentos fundamentales de su vida reciente con los mismos elementos que constituyeron esa realidad vivida. El cuarto mes del año es en el que se suceden esos acontecimientos que además marcaron la vida profesional y familiar de Nanni Moretti: el nacimiento de su hijo Pietro y las elecciones italianas sobre las que el director pretende realizar una película documental.

Así es como en Abril la ficción deja paso a una realidad casi completa y contemplamos postales de la vida de Nanni Moretti de la forma más natural posible. Lo brillante de esa representación de la vida misma es el propio personaje: el obsesivo y nervioso director de cine en plena crisis creativa y el también futuro e inexperto padre al borde de la histeria. Ambas representaciones de Nani mantienen una relación de amor-odio que da lugar a situaciones personalísimas e hilarantes, caso de la escena en la que se maldice por haber llevado a su hijo (aún en el vientre materno) a ver Días Extraños de Kathryn Bigelow (algo que no se perdonará) .

Son esos pequeños detalles de humor doméstico, personal y transferible los que dotan de encanto a la película, que también es vehículo para la crítica abierta y exposición del punto de vista político de Moretti. Sólo desde esa sinceridad y sencillez sabe él que construirá uno de los mayores aciertos de su filmografía, capaz de dejar en la memoria cinéfila imborrables momentos en los que le vemos envolverse en una gigantesca página-collage hecha de recortes de periódicos, o los paseos en vespa mientras mira desconfiado esa cinta métrica que le indica la proporción de vida ya vivida. Genuina.
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Aprile. Italia yFrancia. 1998. 78'.
Director: Nanni Moretti.
Guión: Nanni Moretti.
Fotografía: Giuseppe Lanci.
Música: L. Einaudi, M. Vivanco, Dàmaso Pérez Prado.
Montaje: Angelo Nicolini.
Intérpretes: Nanni -Giovanni- Moretti (Nanni), Silvio Orlando (Silvio), Silvia Nono (Silvia), Pietro Moretti (Pietro)
Puntuación: 9
Aún queda mucho Abril...
http://www.cineismo.com/criticas/aprile.htm (crítica y análisis de la peli)
http://blues.uab.es/~ikhp0/hemero/moretti.html (artículo de Vicente Molina Foix sobre Moretti)
http://es.wikipedia.org/wiki/Nanni_Moretti (sobre Nanni Moretti)
http://www.elpais.com/articulo/cine/direccion/voy/ir/ahora/elpepuculcin/20011005elpepicin_1/Tes (entrevista a Nanni Moretti)

miércoles, enero 10, 2007

Babel



Tres películas le han bastado a Alejandro González Iñárritu. El número mágico, la triada implacable, la trilogía sobre la condición humana y el dolor que ha hecho que pronunciar su nombre cada vez sea menos difícil. Tres golpes al estómago de los que duelen, directos al buche y te dejan temblando, pero con ganas de más: no quieres olvidar aquello por lo que has sufrido.

Babel es la culminación de ese dolor convertido cine iniciado con Amores Perros y 21 gramos. De nuevo pone en escena lo que mejor sabe hacer Iñárritu: historias paralelas, tangentes y relacionadas por una maquinaria implacable de causa-efecto con un motor que antaño fueron los perros y un corazón para ahora ser un rifle. Dicho rifle es capaz de cimentar la unión más complicada de cuantas se ha enfrentado su director: una auténtica torre de Babel que es el nexo de varias culturas en las que asistimos al drama de la familia desmembrada, de la ruptura provocada por la tragedia inesperada que fulmina como un rayo a sus miembros. El director mexicano ya demostró una habilidad innata e inimitable para tratar esas historias con cariño, impregnando sus imágenes de dosis parejas de sensibilidad y dolor. Vuelve a hacerlo aquí para suerte del espectador, que vuelve a ver asaltadas sus emociones por tercera vez sin poder hacer más que sentir como suya la historia de esa japonesa sordomuda, de esos hermanos marroquíes, la pareja de turistas norteamericanos o la nana que mientras cuida sus retoños al otro lado del charco.

Es esa sinceridad la que nos salvará en no pocas ocasiones de la incómoda sensación de que nos encontramos ante el proyecto más ambicioso y pretencioso de Iñárritu. Destila la sensación de pretender una mirilla a través de la cual observar la humanidad y sus devenires, acentuando aquellos elementos más chirriantes que unen las historias presentadas, rozando lo imposible en su esfuerzo por realizar un mosaico de culturas. Tal vez lo peor que le puede pasar a Babel es la inevitable comparación con la sobresaliente 21 gramos, mucho más compleja en su montaje y sencilla en sus planteamientos, justo el signo contrario que resulta aquí, donde la composición del puzzle es más previsible y le hace salir perdiendo. No es menos cierto que se echa de menos la contundencia dramática, trágica, con la que aquellos 21 gramos nos dejaban hechos polvo, y que aquí se deriva en una conclusión mucho más reblandecida. Lo dicho: las comparaciones son odiosas.

Y que conste que no es óbice para que al final Babel sea un drama enorme, tan sólido como presuntuoso, pero a la postre emotivo y directo. El aislamiento y la soledad son tan parte del discurso de sus personajes como de los parajes áridos y solemnes del desierto o la abarrotada metrópolis de Tokio. En uno y en otro lugar sus personajes están perdidos, desorientados y marcados por la desgracia, y nosotros nos lo creemos porque Babel goza de un reparto que trasciende más allá de los nombres de Brad Pitt y Cate Blanchett (los cuales están correctísimos) y pone delante de la cámara a actores poco conocidos e incluso debutantes que se muestran asombrosamente sólidos. Son los casos de Adriana Barraza, de Kôji Yakusho y Rinko Kikuchi, modestos pero creíbles actores que sostienen esa torre tormentosa que brilla más cuando colean sus últimas escenas. Un final que resulta duro, pero no tan duro... un final que no evita que se enciendan las luces de la sala y se sienta un profundo silencio de reflexión. Uno de esos momentos maravillosos que de vez en cuando el cine nos brinda en la sala oscura.
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Babel. Estados Unidos. 2006. 143'.
Director: Alejandro González Iñárritu.
Guión: Guillermo Arriaga, basado en un argumento de Guillermo Arriaga y Alejandro González Iñárritu.
Música: Gustavo Santaolalla.
Montaje: Stephen Mirrione y Douglas Crise.
Fotografía: Rodrigo Prieto.
Diseño de producción: Brigitte Broch.
Vestuario: Michael Wilkinson.
Producción: Alejandro González Iñárritu, Jon Kilik y Steve Golin.
Intérpretes: Brad Pitt (Richard), Cate Blanchett (Susan), Gael García Bernal (Santiago), Elle Fanning (Debbie), Kôji Yakusho (Yasujiro), Rinko Kikuchi (Chieko), Adriana Barraza (Amelia), Nathan Gamble (Mike), Mohamed Akhzam (Anwar), Peter Wight (Tom), Harriet Walter (Lilly), Trevor Martin (Douglas), Mónica del Carmen (Lucía).
Puntuación: 7,5
Más Babel...
http://www.labutaca.net/films/42/babel.htm (sobre la peli)
http://www.babel.uip.es/ (web oficial España)
http://www.paramountvantage.com/babel/ (web oficial USA)
http://www.alohacriticon.com/elcriticon/modules.php?name=News&file=article&sid=1342 (sobre Brad Pitt)
http://www.alohacriticon.com/elcriticon/article1356.html (sobre Cate Blanchett)
http://multimedia.terra.es/viewer/portada.cfm?cod_media=58537&mapnivel1=OCI (entrevista en vídeo a González Iñárritu)
http://www.literaturas.com/v010/sec0512/entrevistas/entrevistas-03.htm (entrevista a Guillermo Arriaga)

sábado, enero 06, 2007

Imdb dice que...

Imdb dice que las mejores de 2006 son...

1- Infiltrados (Martin Scorsese)
2- Pequeña Miss Sunshine (Jonathan Dayton, Valerie Faris)
3- Piratas del Caribe: el cofre del hombre muerto (Gore Verbinski)
4- The Prestige (Cristopher Nolan)
5- Casino Royale (Martin Campbell)
6- Babel (Alejandro González Iñarritu)
7- United 93 (Paul Greengrass)
8- Hijos de los hombres (Alfonso Cuarón)
9- Borat (Larry Charles)
10- The fountain (Darren Aronofsky)

...y que las peores son...

1- Date Movie (Aaron Seltzer)
2- El Código Da Vinci (Ron Howard)
3- Pequeño pero matón (Keenen Ivory Wayans)
4- Borat (Larry Charles)
5- Piratas del Caribe: el cofre del hombre muerto (Gore Verbinski)
6- Eragon (Stefen Fangmeier)
7- La joven del agua (M. Night Shyamalan)
8- Corrupción en Miami (Michael Mann)
9- Superman Returns (Bryan Singer)
10- Serpientes en el avión (David R. Ellis)

Después de divertirme con las clasificaciones absurdas de Imdb y de echar un vistazo a mi blog, me ha bastado para pensar que no: 2006 no ha sido un buen año de cine...

El resto de las votaciones:
Lo mejor... http://imdb.com/features/rto/2007/poll/bestof
y lo peor... http://imdb.com/features/rto/2007/poll/worstof

lunes, enero 01, 2007

El Camino de los ingleses



La poesía siempre es difícil para el cine. No la poesía visual, que tampoco abunda en exceso pero sí podemos encontrar ejemplos rápidos. Hablamos de la palabra trasladada a la imagen, de los versos que saltan de las páginas a los fotogramas, de la trabada relación de los géneros que se plasma en la segunda película de Antonio Banderas, El Camino de los Ingleses.

Basada en la novela homónima de Antonio Soler, El Camino de los Ingleses cuenta con una importante carga poética en sus imágenes, el verano de un grupo de amigos en la Málaga de mediados de los 70. Soler fue el encargado de adaptar su propia novela, con lo que la película está teñida de ese respeto a cualquier aspecto onírico y poético que fuera parte del libro adaptado (con la recompensa de la nominación al Goya). El narrador pasa a ser la voz de Fran Perea (el 'garganta'), a la vez personaje tangente que observa la vida de ese grupo de amigos mientras alcanza su sueño de trabajar en la radio. Perea ejerce la función de narrador a la perfección con una voz cálida y sentida, voz de "radio, radio", como bien señala su personaje al camarero del bar. Desde esa omnipresencia del narrador, la película de Antonio Banderas está llena de un respeto casi sagrado por la obra original, desarrollando escenas de difícil digestión por su hondo surrealismo, imágenes propias del subconsciente que sugieren más sobre el papel y se enrarecen en la pantalla.

Partiendo de ese respeto, El Camino de los Ingleses demuestra constantemente el riesgo de adaptar una novela de este tipo. La película goza de gran fuerza y empeño por todos los partícipes en sacarla adelante, además de un cariño paternal de Banderas que se dilucida en muchas de sus escenas (la historia debió tocarle muy de cerca). Ese riesgo asumido por Banderas y su equipo da como resultado una película irregular pero sorprendente, difícil pero tierna, de esas que o bien implican emocionalmente al espectador melancólico de la vida vivida, o le confinan al aburrimiento absoluto. Y es que existe una emoción implícita durante todo el metraje que explota en escenas tan bellas como la de el grupo de amigos bajo la lluvia o la última conversación que mantienen Miguelito (Alberto Amarilla) y Luli (María Ruiz) en la que el teléfono queda colgando en el interior de la cabina. Es en esos momentos cuando El Camino de los Ingleses da lo mejor de sí, convirtiéndose en un auténtico canto a las ganas de vivir y perseguir los sueños. Es en otra faceta (y en el empeño de querer adaptar todo con la máxima fidelidad) donde tropieza, cuando pretende retomar la vida anterior de Miguelito en el Hospital a través de sueños confusos o cuando abusa de la imagen mental, la alucinación misma puesta en escena (con referencia torpe a la Divina Comedia incluida). Tampoco acierta en las historias paralelas, los dramas familiares de algunos de sus protagonistas, poco y mal desarrollados (el ejemplo evidente: la familia de Paco o la historia de la madre de Barbusa.



Los dos pilares restantes se constituyen sobre la música de Antonio Meliveo y sobre los actores que son el alma de la película. La banda sonora de El Camino de los Ingleses goza de un papel protagonista que se gana con una partitura melancólica y bella, que ayuda a crear la atmósfera pretendida en la que se mueven sus personajes. Estos personajes, estos amigos, están desempeñados con sorprendente eficacia por un grupo de actores muy jóvenes, provenientes muchos de la televisión y capaces de exorcizar los prejuicios del público que aún recuerda sus lamentables incursiones en teleseries como Los Serrano o Mis adorables vecinos. Aquí el título (y tal vez el Goya) de mayor revelación se la lleva Alberto Amarilla, alma y recipiente de los sueños e ilusiones de un Banderas que quería ser Miguelito. Salvo un Mario Casas más accidental, el núcleo de los actores principales da la talla y hacen creíbles sus papeles de adolescentes en la flor de un verano inolvidable. Sin ellos, sin la buena dirección de actores de Banderas, El Camino de los Ingleses hubiera recaído irremediablemente en una película fallida y a olvidar. Con ellos, Miguelito y los demás refrescan el recuerdo de lo que un día fueron sueños de juventud, y vida... cuando más intensa fue.
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El Camino de los Ingleses. España y Reino Unido. 2006.120'.
Director: Antonio Banderas.
Guión: Antonio Soler, basado en su novela homónima.
Música: Antonio Meliveo.
Montaje: Mercedes Alted.
Fotografía: Xavi Giménez.
Dirección Artística: Javier Fernández.
Vestuario: Bina Daigeler.
Producción: Antonio Banderas, Gustavo Ferrada, Carlos Taillefer y Antonio Meliveo.
Intérpretes:
Alberto Amarilla (Miguelito Dávila), María Ruiz (Luli Gigante), Raúl Arévalo (Babirusa), Félix Gómez (Paco Frontón), Fran Perea ("El Garganta"), Marta Nieto ("La Cuerpo"), Mario Casas (Moratalla), Antonio Garrido (Cardona), Antonio Zafra ("El Enano Martínez"), Berta de la Dehesa ("La Gorda de la Cala"), Cuca Escribano (Fina), Juan Diego (don Alfredo), Victoria Abril ("La Señorita del Casco Cartaginés").
Puntuación: 6
Sigue el camino...
http://www.labutaca.net/films/43/elcaminodelosingleses.htm (sobre la peli)
http://www.elcaminodelosingleses.com/ (página web oficial)
http://www.hoycinema.com/actualidad/reportajes/malaguenos-camino-2005.htm (entrevistas a varios miembros del rodaje)
http://www.imdb.com/name/nm1686959/ (sobre Alberto Amarilla)
http://www.alohacriticon.com/elcriticon/modules.php?name=News&file=article&sid=1330 (sobre Antonio Banderas)